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  • Hernán Pesis | Educador Felino

La «ailurofobia», o fobia a los gatos


La fobia específica se define como un temor irracional y extremadamente intenso que surge frente a estímulos particulares, que pueden abarcar eventos, situaciones, actividades, objetos o seres vivos. La fobia suele manifestarse con respuestas de ansiedad que incluyen taquicardia, visión borrosa, transpiración, temblores, mareos, parestesias, dificultad para respirar y confusión, que desaparecen al escapar o evitar el estímulo fóbico en cuestión.


Existen muchísimos tipos de fobias, algunas más conocidas que otras. En este artículo vamos a hablar de la ailurofobia, o fobia a los gatos.


Seguramente, todos hemos oído hablar alguna vez de la agorafobia o temor a los espacios abiertos, incluso de la aracnofobia o temor a los arácnidos. Pero existe un extenso abanico de fobias documentadas que resultan sumamente extrañas, tales como la xantofobia o temor al color amarillo, entre otras.


AILUROFOBIA, CAUSAS Y TRATAMIENTO

Aunque el gato no represente un peligro real para el ser humano, algunas personas experimentan ailurofobia, un miedo extremo e irracional frente a la presencia de un gato. El problema de esta fobia -como sucede con todas las demás fobias- es que evoca conductas de evitación que se fortalecen mediante reforzamiento negativo. Cuanto más evitemos el contacto con el estímulo fóbico (en este caso el gato), más fortalecida se verán aquellas conductas de evitación. De esta manera, la fobia nunca desaparece.

Si bien la postura agresivo defensiva de este gato puede resultar intimidante para muchas personas, la realidad es que pocas veces finaliza en un ataque físico. La mayoría de las situaciones agresivas suelen ser provocadas consciente e inconscientemente por las personas que ignoran los signos de advertencia del gato. La falsa creencia de que los gatos son impredecibles es una de las tantas causas del temor irracional que tienen algunas personas hacia ellos.


¿Cómo se adquiere esta fobia?

La ailurofobia se adquiere por un mecanismo de aprendizaje asociativo denominado: Condicionamiento clásico, tal como lo demostró el controversial -pero trascendental- experimento de J. B. Watson y Rosalie Rayner en el año 1920 denominado: El experimento del pequeño «Albert».

En este experimento se condicionó una respuesta de miedo intenso en un niño de 11 meses (de ahí viene lo controversial). Primero, se le presentó al niño una rata blanca con la jugaba, demostrando una total falta de temor hacia el animal. Luego de algunos ensayos de emparejamiento entre la presentación de la rata (un estímulo neutro que no provocaba temor alguno) y un fuerte golpe metálico (un estímulo aversivo que provocaba mucho temor en el niño), la sola presencia de la rata terminó elicitando la respuesta condicionada de temor que, luego, se generalizó a otros estímulos similares, como un conejo y hasta una máscara con barba. J. B. Watson logró demostrar que las respuestas emocionales, como el miedo, se adquieren por medio de mecanismos de condicionamiento. Y así como se adquieren, también pueden modificarse y eliminarse por los mismos mecanismos.


El mecanismo de adquisición de la ailurofobia podría seguir el mismo curso: Algún hecho traumático del pasado asociado directamente con la presencia de un gato, o algún hecho traumático de similares características ocurrido a una persona conocida, podría haber instaurado el miedo condicionado y generalizado a todos los gatos. Las falsas creencias de que los gatos son traicioneros e impredecibles constituyen operaciones de establecimiento que fomentan, aún más, el temor por estos animales.


Existen personas genéticamente más propensas que otras a manifestar fobias. Por ejemplo, las personas que poseen rasgos de personalidad ansiosa tienen una mayor probabilidad de adquirir fobias que otras personas que no poseen dicho rasgo.


¿Cuáles son las respuestas conductuales más comunes de la ailurofobia?

Estas son similares a las de otras fobias:

  • Respuestas de ansiedad frente al estímulo fóbico, como taquicardia, visión borrosa, transpiración, temblores, mareos, parestesias, dificultad para respirar y confusión. Llegando incluso a provocar el ataque de pánico.

  • Hipervigilancia y nerviosismo al pensar en la posibilidad de encontrarse con algún gato.

  • Evitación de los lugares y situaciones que predicen la probabilidad real o imaginaria de encontrarse con un gato.

Para los que amamos con locura a estos animales nos es difícil pensar en que exista algo como la ailurofobia, pero la realidad es que todas las fobias deben entenderse apelando la empatía con aquellas personas que sí la padecen.


¿Cuál es el tratamiento?

Las terapias basadas en evidencia científica son las más indicadas para tratar estos problemas conductuales. La más conocida de estas terapias es la terapia cognitivo conductual (TCC) la cual facilita las herramientas para superar este problema al modificar los pensamientos irracionales y los comportamientos asociados con la fobia. Si bien es la más conocida, no es la única terapia que cuenta con amplia evidencia empírica que apoyan su eficacia. Las herramientas varían desde técnicas específicas de respiración y relajación a procedimientos técnicos de desensibilización sistemática. Las terapias contextuales de 3era ola también han demostrado evidencia científica satisfactoria en el tratamiento de las fobias.


La utilización de medicamentos ansiolíticos y antidepresivos NUNCA resuelven el problema, pero pueden utilizarse como complemento en los casos más graves. La utilización de ansiolíticos también constituye una forma de evitación reforzada negativamente. Lo que efectivamente modifica un comportamiento desadaptativo es la terapia, no los fármacos.


Si presentas, o conocés a alguien que presente esta u otras fobias, ya sabes que la solución no es evitarla y seguir padeciéndola, sino consultar con un psicólogo/a formado en terapias basadas en evidencia.

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