La creencia de que a un gato no se lo puede educar se desmorona en el preciso momento en que, al abrir una lata de atún, su sonido atrae rápidamente al minino a nuestro lado mientras demanda con insistentes maullidos un poco de su contenido. El sonido de apertura de la lata (un estímulo neutro que originalmente no provoca ninguna respuesta en el gato) termina adquiriendo una función predictiva de su contenido. Esta función predictiva es adquirida por medio de un mecanismo básico de aprendizaje asociativo denominado: Condicionamiento clásico. El acercarse rápidamente a nuestro lado, demandándonos con sus insistentes maullidos un poco de su contenido, constituye una respuesta aprendida que, seguramente, ha sido reforzada por nosotros al ceder a dichas demandas:
Sonido de apertura de la lata = Estímulo neutro que no provoca ninguna respuesta en el gato.
Porción de atún = Estímulo apetitivo que provoca naturalmente una respuesta de acercamiento.
Proceso de condicionamiento:
Sonido de apertura → Respuesta orientativa (probablemente, el olor atraiga al gato la primera vez).
Nosotros le damos una porción de atún → Sonido de apertura // Porción de atún.
Sonido de apertura → Señal predictiva de la porción de atún.
Señal predictiva de la porción de atún → Respuesta de acercamiento y demanda del gato.
Respuesta de acercamiento y demanda del gato // Nosotros le damos una porción de atún → Respuesta reforzada con altas probabilidades de ocurrencia frente a la misma señal.
Hemos entrenado a nuestro gato -seguramente de manera involuntaria- a responder a una señal discriminativa que, antes del condicionamiento, no tenía ningún significado. ¡Nuestro gato ha aprendido! y si puede aprender, entonces también puede educarse.
APRENDIZAJE Y EDUCACIÓN
Si la conducta es la interacción entre la acción de un organismo y su ambiente, el aprendizaje es el mecanismo adaptativo que permite que dicha interacción se lleve a cabo. Llamamos aprendizaje a los cambios permanentes en el repertorio conductual de un organismo que son el resultado de las experiencias que dicho organismo ha tenido y tiene con aquellos estímulos específicos de su entorno.
Los cambios en el repertorio conductual que son producto de la maduración biológica (mero paso del tiempo), de los cambios circunstanciales en las condiciones estimulares del ambiente y del repertorio de conductas innatas correspondientes a la filogenia de la especie (Conductas innatas), no se consideran aprendizaje.
Todos los gatos nacen cazadores. Los patrones de conducta predatoria son innatos y han sido moldeados a lo largo de la historia evolutiva de la especie. Sin embargo, aquellos gatos que han tenido al oportunidad de observar a su madre y pares cazar, se convierten en cazadores más rápidos y eficaces.
Podemos diferenciar dos tipos de procesos de aprendizaje: Los procesos básicos, que son comunes a todas las especies, y los procesos especializados, que son específicos de una especie en particular. Un ejemplo de proceso básico sería el de aprender a predecir eventos potencialmente peligrosos, para así poder evitarlos. Un ejemplo de proceso especializado -y específico de los humanos- sería el de aprender a leer y escribir.
Para que podamos hablar de aprendizaje, no solo es necesario que se den estos cambios permanentes en el repertorio conductual del organismo, producto de sus experiencias con el contexto estimular que lo rodea, sino que, además, deben estar presentes los mecanismos básicos de aprendizaje que lo hacen posible, como son los procesos de Habituación/sensibilización (pre-asociativos) y de Condicionamiento clásico y operante (asociativos).
Los procedimientos basados en reforzamiento positivo (pertenecientes al paradigma del Condicionamiento operante) son los más efectivos para educar a nuestros gatos. Existen diversos programas de reforzamiento y cada uno de ellos tiene efectos muy diferentes sobre sus comportamientos. El asesoramiento con educadores profesionales, preferentemente formados en Análisis Funcional de la Conducta, es esencial para no cometer errores que luego pueden llegar resultar muy difíciles de corregir.
Los gatos viven en ambientes dinámicos y cambiantes. En función a dichos cambios, han aprendido a adquirir nuevos repertorios conductuales, modificar los ya existentes y a extinguir los que ya no les son útiles. La capacidad de aprender es inherente a la especie y ha sido seleccionada por su gran valor adaptativo. Los gatos aprenden siempre, independientemente de si el aprendizaje es dirigido (educación).
OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN DE UN GATO
Educar es aplicar los procesos básicos de aprendizaje con el fin de mejorar la calidad de vida del gato. Los objetivos a corto y largo plazo serían:
1. Adquirir de nuevos repertorios conductuales
Adquirir nuevos repertorios conductuales los ayudará a adaptarse más fácilmente a situaciones diversas y adversas, entre otras tantas funciones. El moldeamiento de nuevas conductas no solo resulta adaptativo, sino también estimulante. Gracias al entrenamiento de nuevas habilidades, los gatos puede disfrutar de actividades motivadoras y beneficiosas para su salud.
Gracias al entrenamiento adecuado, Milo aprendió a utilizar el pretal y ahora puede disfrutar de largos paseos junto a sus tutores. Este tipo de entrenamientos requieren del moldeamiento de nuevas habilidades conductuales y de la supervisión de un entrenador experto que garantice la seguridad del gato en cada una de las etapas de aprendizaje.
2. Potenciar las conductas más adaptativas
Con el entrenamiento adecuado se pueden potenciar aquellas habilidades que el gato ya posee, pero que pueden mejorar. Los gatos sociables con las personas, por ejemplo, tienen más probabilidades de ser adoptados que aquellos que no lo son. Las habilidades sociales pueden potenciarse y generalizarse a todas las situaciones a las que un gato está expuesto, como ser la presencia de extraños, de otros gatos y de perros.
3. Sustituir las conductas desadaptativas por otras más adaptativas
Sustituir las conductas desadaptativas por otras más adaptativas es otro de los objetivos de cualquier programa de educación. No siempre se trata de suprimir o extinguir conductas, sino de reemplazarlas por otras que sean, a corto y largo plazo, más funcionales. Por ejemplo, un gato que tiende a morder a sus tutores (conducta predatoria redirigida) puede aprender a emitir la misma conducta hacia los estímulos adecuados, como sus juguetes. En este caso, no se trata de eliminar un comportamiento natural y necesario, sino de redirigirlo convenientemente.
La implementación de juegos de este tipo, en conjunto con el entrenamiento adecuado, ayudan a decrementar la emisión de conductas disfuncionales como son los ataques predatorios a tutores y a otros gatos de la casa.
4. Debilitar ciertas conductas que no queremos eliminar completamente pero que, al manifestarse de forma excesiva, se convierten en conductas desadaptativas
No siempre es conveniente eliminar ciertos comportamientos que, únicamente, se vuelven desadaptativos cuando se emiten en exceso. Podemos apelar a técnicas de reforzamiento diferencial de tasas bajas o RDTB para decrementar la tasa de respuestas, pero sin extinguirlas completamente.
La utilización de comederos especiales que retrasen la velocidad de ingesta del gato constituye uno de los tantos procedimientos que ayudan al gato a decrementar una tasa de respuesta alta (en este caso, de ingesta de comida). De esta manera, no suprimimos la conducta de comer, sino que trabajamos sobre la regulación de su tasa de emisión, haciéndola más adaptativa y funcional para el gato.
5. Eliminar las conductas desadaptativas y que afectan directamente el bienestar del gato
Hay comportamientos que suelen ser absolutamente disfuncionales y que deben ser extinguidos si queremos mejorar la calidad de vida de nuestros gatos. Por ejemplo, la conducta de lamerse excesivamente una zona del cuerpo puede llegar a ocasionar lesiones importantes. Por supuesto que esto requiere de todo un análisis funcional previo que descarte, en primer lugar, posibles causas orgánicas (las cuales deben ser tratadas por un veterinario). La eliminación de comportamientos desadaptativos que afecten directamente la calidad de vida del gato y de sus tutores constituye otro de los objetivos en todo proceso educativo.
6. Poner las conductas bajo el control estimular adecuado
Ciertos comportamientos que resultan problemáticos o desadaptativos no tienen relación con el comportamiento en sí sino con el contexto en el cual dichos comportamientos se emiten. No se trata de eliminarlos o sustituirlos sino de colocarlos bajo el control estimular adecuado. Un gato habituado a beber solamente agua del grifo cuando los tutores le abren la canilla puede resultar disfuncional y hasta crear una dependencia peligrosa. En estos casos, entrenar al gato para que beba agua de los bebederos, independizándolo de esta manera de sus tutores, resulta fundamental para su bienestar.
Mediante el entrenamiento de señales discriminativas de inicio y fin de actividad, el gato aprenderá cuándo emitir una conducta y cuándo no. De esta manera, no suprimimos la conducta sino que la ponemos bajo el control estimular adecuado. Por ejemplo, colocar una actividad motivadora (como salir a disfrutar del jardín) bajo el control de dos señales discriminativas: La de inicio de la actividad y la de finalización de la misma, evitará las demandas previas a la misma y las respuestas de frustración tras su finalización.
La función de un educador profesional en garantizar que la adquisición, modificación y extinción de todas las conductas de un gato (no importa si son o no problemáticas o disfuncionales) se haga de la forma adecuada, y siempre priorizando el bienestar del gato.
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