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  • Hernán Pesis | Educador Felino

¿Cuáles son las «funciones de conducta» más habituales en el gato?


Durante el procedimiento de evaluación conductual suelen implementarse dos tipos de análisis de conducta: El análisis descriptivo y el análisis funcional.


Análisis descriptivo

Este incluye el registro de parámetros de respuesta medibles tales como la forma (morfología), la manera en que las respuestas se distribuyen en el espacio (topografía), frecuencia, intensidad, duración, esfuerzo y latencia (tiempo transcurrido entre la presentación de un estímulo y la emisión de la respuesta). Por ejemplo, en un análisis descriptivo podemos observar y registrar como es el lenguaje corporal de un gato que agrede a otro gato, es decir, la forma de la conducta, con que frecuencia se manifiesta, intensidad y duración, como se mueve alrededor del otro gato, etc.


Análisis funcional

Es el más importante, ya que su objetivo es establecer las relaciones funcionales entre las respuestas conductuales del gato y las variables ambientales que controlan y mantienen dichas respuestas. Llamamos función de conducta al rol que cumple esa conducta en una determinada unidad de análisis, como el rol que cumple un actor o una actriz en una determinada película.


TOPOGRAFÍA vs. FUNCIÓN

Por ejemplo, que nuestro gato se acerque al sillón, se afiance en sus dos patas traseras y con las delanteras comience a rascarlo constituye la forma de esa conducta, es decir, lo que observamos. Pero una misma forma puede adquirir distintas funciones según el contexto en el cual dicha conducta se emite: En nuestra presencia, por ejemplo, su función podría ser la de llamar nuestra atención. A determinadas horas del día, la de dejar su marca olfativa. Luego de un juego intenso con su compañero felino, la de regular su estado de excitación; etc. A su vez, diferentes formas de conducta pueden adquirir la misma función: Maullar exageradamente, rascar el sillón, morder los cables de nuestra computadora, mordernos a nosotros, hostigar a su compañero felino, constituyen diferentes formas de conducta que podrían adquirir la misma función: llamar nuestra atención.


El Análisis Funcional de la Conducta es la metodología científica que nos permite describir, explicar, predecir y controlar los comportamientos de cualquier organismo, con independencia de la especie y del tipo de comportamiento analizado. Sin dejar de lado el análisis topográfico, su principal foco de atención se centra en la función que dichos comportamientos adquieren en una determinada secuencia conductual.


Los comportamientos de un gato pueden incluirse dentro de 4 categorías funcionales básicas:

  1. Función de atención.

  2. Función de acceso.

  3. Función de autoestimulación sensorial positiva y negativa.

  4. Función de escape o evitación.


1. CONDUCTAS CON FUNCIÓN DE ATENCIÓN

Las conductas con función de atención suelen manifestarse en gatos deprivados de estimulación y de actividades que involucren algún tipo de interacción bidireccional con sus tutores u otros animales de la casa. La atención proporcionada a estos gatos deprivados de la misma constituye el reforzador positivo que mantiene y fortalece aquellas conductas antecedentes asociadas con la demanda de atención.

Antes de continuar leyendo este artículo, te recomiendo leer mi otro artículo: «Modificación de conducta (I) Reforzamiento positivo y negativo» en el siguiente link:

Una reprimenda puede adquirir función de reforzador y no de castigo para un gato deprivado de atención. La conducta de arrojar una maseta podría adquirir función de atención y fortalecerse con la reprimenda del tutor, una forma de atención, repitiéndose en otras ocasiones e incluso generalizándose a otras conductas destructivas similares.


La atención como reforzador positivo

¿Puede la interacción social con humanos y otros animales de la casa funcionar como un reforzador positivo para un gato? La respuesta es: SÍ. No nos olvidemos que los gatos son mamíferos, y como tales, poseen el «germen» social que caracteriza a toda la clase. Esta necesidad de interactuar socialmente con otros individuos es más evidente en aquellos gatos domésticos que han crecido y vivido en entornos rodeados de personas y otros animales con los cuales han mantenido y mantiene una buena relación.

Una investigación realizada en las universidades de Oregon y Monmouth demostró que los gatos prefieren el contacto social con personas antes que otros estímulos, como juegos o comida. Para el experimento se utilizaron varios grupos de 50 gatos provenientes de distintos hogares y protectoras. Se los mantuvo aislados durante un par de horas para luego presentarles los diferentes estímulos y evaluar la conducta de elección de cada uno. El contacto social con humanos fue la elección de preferencia para la mayoría de ellos.


2. CONDUCTAS CON FUNCIÓN DE ACCESO

Si bien la literatura nos habla de acceso a elementos tangibles (objetos), como comida o juguetes, la realidad es que deberíamos modificar la definición por la de acceso a las actividades asociadas con estos elementos tangibles (conductas), como por ejemplo: comer o jugar.


El Principio de Premack

El Principio de Premack, también llamado Principio de probabilidad diferencial, fue descubierto por el psicólogo estadounidense David Premack en el año 1965 y establece que: Cualquier actividad con una mayor probabilidad de ocurrencia (preferencia de elección libre por parte del individuo) puede adquirir la función de un reforzador de cualquier otra actividad con una menor probabilidad de ocurrencia. Por ejemplo, es más probable que un niño termine de ordenar su cuarto rápidamente (actividad menos probable) si dicha tarea va seguida de una hora de acceso a sus videojuegos favoritos (actividad más probable) que al revés. El acceso a sus videojuegos puede, de acuerdo al Principio de Premack, funcionar como un reforzador positivo de la actividad de ordenar su cuarto. Atendiendo a dicho principio, el reforzador no sería el acceso al videojuego (elemento tangible), sino a la posibilidad de jugar con dicho videojuego, es decir, a la actividad o conducta de jugar.

El Principio de probabilidad diferencial es universal para todas las especies, incluyendo a nuestros gatos. Cuando hablamos de comportamientos con función de acceso nos estamos refiriendo en realidad a aquellos comportamientos que tienen como objetivo acceder a las actividades que presentan una mayor probabilidad de ocurrencia o de elección libre por parte del gato. Dicho de una manera más sencilla, que le permiten acceder a sus actividades preferidas, como jugar, explorar, etc., o necesarias, como comer.


La motivación de un gato por acceder a una actividad que podría adquirir la función de un estímulo reforzador positivo estará determinada, en gran medida, por el estado de privación/saciedad que el animal presenta en ese momento. Para un gato privado de alimento -y con hambre- la emisión de conductas con el objetivo de acceder a la posibilidad de comer será mucho mayor que la de un gato saciado de alimento. Los maullidos demandantes que podemos observar en nuestros gatos antes de su ración de comida constituyen un ejemplo de este fenómeno.


3. CONDUCTAS CON FUNCIÓN DE AUTOESTIMULACIÓN SENSORIAL POSITIVA Y NEGATIVA

Se entiende por autoestimulación a la sensación propioceptiva generada por el propio organismo, la cual se mantiene por mecanismos de reforzamiento tanto negativos (disminución de una sensación corporal o estado emocional aversivos) como positivos (estimulación placentera). La conducta de autoestimulación puede darse básicamente cuando:

  • Existe un situación estimular aversiva de la cual el gato no puede escapar, evitar o eliminar. Un gato que comienza a acicalarse de forma excesiva al observar a través del vidrio a otro gato extraño en su jardín. El no poder eliminar dicho estímulo aversivo provoca en el gato un estado emocional displacentero (por ejemplo, frustración) que hacen más probable la aparición de conductas regulatorias, como la manifestación de un acicalamiento nervioso. El decremento de la frustración que provoca la emisión de dicho comportamiento puede fortalecer el mismo (reforzamiento negativo).

  • El gato vive en entornos estimulares demasiado empobrecidos. Algunos gatos que pasan gran parte de su tiempo solos y en entornos muy empobrecidos pueden manifestar comportamientos estereotipados y autolesivos que, a corto plazo, le provocan placer (reforzamiento positivo), pero que, a largo plazo, pueden resultar desadaptativos y hasta peligrosos para su salud.

Algunas conductas con función de autoestimulación pueden provocar una «sensación placentera» en el gato sin afectar su bienestar. Por ejemplo, la conducta de amasamiento es innata y se encuentra presente en el gatito. Su función es estimular las glándulas mamarias (un estímulo signo que activa el comportamiento) las cuales producen la leche (un reforzador natural). A medida que el gatito crece y comienza a alimentarse de las presas que su madre lleva al nido, esta conducta va extinguiéndose naturalmente. El proceso de domesticación provocó en nuestros gatos el mantenimiento de ciertos rasgos propios de animales jóvenes (neotenia). Si bien el gato doméstico es un animal semi-domesticado y presenta una baja neotenia, el amasamiento es uno de los pocos comportamientos que un gato adulto emite frente a determinados estímulos signo (una manta, nuestro brazo, etc.) y que es reforzado por la misma actividad.


La autoestimulación como función reguladora de emociones aversivas

La presencia de estímulos aversivos pueden elicitar en el gato respuestas emocionales desagradables (miedo, ansiedad, ira, frustración, etc.). Estas emociones provocan un desequilibrio homeostático dentro de su organismo que ponen en marcha ciertos mecanismos de regulación que incluyen tanto respuestas fisiológicas como también motoras. Algunas de estas respuestas motoras tienen un efecto regulador -homeostasis- de dichos estados emocionales, aunque no parecieran tener ninguna relación directa con el evento causal.

Por ejemplo, un gato que es perseguido por otro gato (a modo de juego), de golpe se frena, se lame de forma nerviosa su cuerpo y prosigue el escape. Esta conducta, que tienen una función reguladora efectiva del estado emocional excitatorio del momento, puede volver repetirse frente a una misma situación. El problema surge cuando este tipo de comportamientos se vuelven tan exagerados y repetitivos que no pueden frenarse (estereotipias/conductas compulsivas), manifestándose, sobre todo, cuando el gato vive expuesto a situaciones y estímulos estresores de forma permanente.


La conducta de juego agresivo, como la de la foto, pueden mantenerse por mecanismos de reforzamiento positivo. Esta conducta pudo haberse condicionado apetitivamente debido a numerosos emparejamientos pasados con situaciones estimulase agradables para el gato, como por ejemplo, el haberlo distraído en varias ocasiones con comida o con otros tipo de juegos.


4. CONDUCTAS CON FUNCIÓN DE ESCAPE O EVITACIÓN

Esconderse, huir o defenderse agresivamente de un estímulo potencialmente peligroso constituyen distintas formas de conducta que adquieren la misma función: escapar, evitar o eliminar la situación aversiva. Estas conductas suelen mantenerse por mecanismos de reforzamiento negativo, sobre todo, si dichas conductas logran el objetivo buscado.

Muchas respuestas agresivas entran dentro de esta categoría. Si el gato no puede evitar el estímulo aversivo (ni tampoco puede escapar de él), entonces pasará al modo lucha. Aún, teniendo la posibilidad de escape, muchos gatos apelan a respuestas agresivas debido a que en su historial de aprendizaje dichas respuestas tuvieron una tasa de éxito mayor que las otras.


El control del territorio, otra forma de evitación

Los comportamientos asociados con el control del territorio son muy importantes en el gato. La necesidad de controlar su territorio es innata, no obstante, la elección del comportamiento emitido para dicho fin dependerá de múltiples variables, incluyendo su historial de aprendizaje. Por ejemplo, la elección del gato de marcar un objeto utilizando sus garras o su orina dependerá, en gran medida, de su historial de aprendizaje.

Este gato frota su rostro sobre un mueble nuevo liberando feromonas que dejan una marca olfativa en su superficie. Esta marca olfativa, detectada por un órgano especial denominado órgano vomeronasal, elicita respuestas incondicionadas emocionales apetitivas. La ansiedad provocada por la presencia de un estímulo novedoso (un mueble nuevo o el abrigo de una visita) disminuye al depositar su olor sobre el mismo, reforzando negativamente dicho comportamiento de marcaje frente a otros estímulos similares.


Los comportamientos asociados con el control de su entorno pueden variar desde la simple inspección visual y olfativa de una zona -o de un individuo desconocido- al marcaje de la zona (frotamiento corporal, garras u orina). La manifestación de ciertas respuestas despóticas hacia otros gatos, como correrlo de ciertos lugares de la casa o evitar que acceda a ciertos recursos, pueden también asociarse con una necesidad de control. En este caso, las conductas despóticas estarían bajo contingencias de reforzamiento positivo ya que, al alejar al gato de una zona ocupada, esa zona «ganada» termina por adquirir la función de un estímulo reforzador.


RESUMEN

Identificar la función que cada conducta adquiere dentro de una secuencia de análisis conductual es fundamental para poder entenderla y explicarla, para poder luego predecirla y controlarla mediante la intervención adecuada.

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